La magnifica destreza narrativa de uno de los
escritores preferidos por los colombianos alcanza un nivel privilegiado en
el libro Buda Blues de Mario Mendoza, donde la amistad cobra el más profundo
sentido y la experiencia de vida sobrepasa cualquier tendencia del pensamiento
contemporáneo.
Si
tuviera que definir la novela de Mario Mendosa en una sola palabra que
resumiera el sopor en el cual me a sumergido esta historia
seria fascinación o éxtasis total.
En cuestión de
tiempo el lector se convierte con total aprobación, en ese ratón ebrio de
vueltas que lo impulsan entre la trama memorable de una de esas novelas que
vale la pena releer.
Página a
página se va asiendo notorio, el rol que juegan Vicente y Sebastián,
protagonistas a la brava, en tanto comprenden paulatinamente su estado de
domesticación social y se involucran, tras la muerte del tío de Vicente, en el
Proyecto Apocalipsis, directamente relacionado con una enorme organización de
anarquistas contemporáne: los anarcoprimitivistas, quienes tienen clarísimo eso
de que la revolución industrial se inventó un progreso inexistente, que somos
los únicos animales capaces de destruir el suelo donde pisan, que no vamos
hacia ninguna parte y mejor dicho, que entre el diablo y escoja.
A Mendoza se le nota «la lavia» desde la primera
página, con una narración que atrapa no ya con la barbaridad que me esperaba
del escuadrón antimotines, sino con la misma sutileza con la que el felino se
agazapa y desliza su cuerpo de manera imperceptible hasta llegar a su presa.
Valga resaltar los diálogos irresistibles y la
sutileza del autor para insertar toda esta trama alucinante a el constante
vivir, pero como si ésta última fuera cosa accesoria, únicamente posible en
el universo en que se instalan sus personajes, quienes se deprimen,
se cuestionan, se enamoran y se revuelcan perdidamente con mujeres que ostentan
una fantasmagórica mirada de lechuza.
Me resisto a mirar la envolvencia de tan magnifica
historia, sin embargo a medida que analizaba la constelación de ideas y
verdades ineludibles sobre el sistema económico actual me daba cuenta que todo
a nuestro alrededor está dispuesto para sumergirnos en la total ignorancia y
corazón se me aceleraba y era inevitable sentir un montón de adrenalina e
impotencia al no poder cambiar las cosas de sopetón. Pero no todo está perdido,
el libro nos deja como reflexión que nuestra generación al conocer el estado actual
de desconocimiento de la verdad tiene la rotunda obligación de comunicar a
todas las partes del mundo incluso la más alejada la actual crisis no para
simplemente “alimentar las esperanzas” sino encontrar soluciones definitivas al
voraz sistema.